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Después de pedalear

La mayoría de las rutas salen del Parc del Segre, la gran infraestructura deportiva que acogió las pruebas de aguas bravas de los Juegos Olímpicos de 1992. Hoy es un centro donde los deportistas de más nivel, los aficionados y los que buscan un rato de ocio y emoción pueden encontrar actividades a su medida: piraguas, rafting, hidrospeed.... Hay dos canales de aguas bravas y uno de aguas tranquilas, bar-restaurante, paseos a la sombra y otros servicios.

Martes y sábados en La Seu, sábados en Oliana y domingos en Organyà, se celebra el mercado, una actividad milenaria que combina tradición y modernidad. Es la ocasión para ver qué es lo que produce la tierra en cada época del año. Taraxacones y “timons”, carrerillas y colmenillas: frutas, hierbas, setas y todo lo que sea susceptible de ser vendido y comprado. La Feria de Sant Ermengol, que se celebra en La Seu el tercer fin de semana de octubre, se ha especializado en las producciones de quesos artesanos pirenaicos, pero hay mil artículos más. La feria de Organyà —por San Andrés, el último fin de setmana de noviembre— recuerda el tiempo en que la villa fue uno de los centros comerciales del Pirineo, sobre todo referente a la compraventa de ganado. En Oliana también tienen su feria, la de Todos los Santos.

El entorno natural tiene en el Parc Natural del Cadí-Moixeró su escaparate más espectacular. Entre bosques de pino silvestre y pino negro, el ruido percusivo del pájaro carpintero —el pájaro que se ha escogido como símbolo del parque— y los saltos vertiginosos de rebecos y corzos, la zona protegida mayor de Cataluña es una reserva natural de primera división. En el resto de la comarca también existen espacios de gran interés natural, una varietat de paisajes y entornos que nos permiten pasar, en poco espacio de tiempo, de ambientes alpinos al pre-pirineo más seco y aromático.

El patrimonio arquitectónico es también uno de los alicientes del tranquilo paseo. Hay los grandes monumentos —la catedral de La Seu, el monasterio de Sant Serni de Tavèrnoles, Sant Climent de Nargó. También encontramos las pequeñas iglesias rurales, de un románico desdibujado y frágil pero lleno de encanto. Y, por todos lados, los ejemplos arquitectónicos de los usos constructivos tradicionales, visibles en cada rincón de los pueblos, diferentes en cada valle, adaptados a los materiales y al clima, un ejemplo perfecto de la adecuación al medio de montaña.